26.3.09

El odio.La verdad.El amor

Esto es de mi amigo y compañero Seba El Stone. motoquero y peronista de sangre. Que en la marcha del 24 me entere que se dio un palo con la moto. Ya brindaremos por los que no estan.....


He cometido el pecado de ser ingenuo y de no haber intervenido la suerte a mi favor, casi me quedo sin odio.

No estoy diciendo que odiar este bueno, lo que sucede es que acá: en este dilema de destrucción, infamia y miseria, el odio (el que me pertenece) me resulta necesario tanto como el amor al que me convocan los que observan como se levanta el brazo y soportan, uno tras otro, el golpe del látigo neoliberal.

La verdad a veces más que molestar quema, entonces aparecen los ridículos que pretenden apagar, con unos cuantos baldes de mentira que nos tiran a la cabeza desde los medios de prensa, (en los diarios, la radio, o la pantalla del televisor) la necesidad que todas y todos tenemos de enfrentarnos a la realidad.

El odio no es un sentimiento huérfano.

El mío nació en un hogar calefaccionado en el que los duros fríos invernales que yo sufrí, no ingresaban jamás. Se crió en el seno familiar de un matrimonio occidental y religioso, donde la heladera parecía una juguetería, y el salón de juguetes de los niños ocupaba el doble de espacio de aquella casa de una sola habitación donde con mis hermanos veíamos llorar a mi mamá.

A este odio que según la tía Maria Pía “de tan consentido a veces se vuelve un poco caprichoso”, nunca le faltaron los útiles para la escuela, y si no comía pan, era porque esa noche le dolía un poco la pancita de tantas golosinas, leche chocolatada y hamburguesas yanquis que abuelita Micaela, cuando lo llevo al cine del shopping, le quiso comprar.

En ocasiones la verdad mas que pesadillas tiene tantos sueños que ni la larga noche de estos 500 años nos bastaron para soñar. Entonces, toda vez que comenzamos a desperezarnos con la intención de por fin ver el día y luchar porque aquellos maravillosos anhelos se vuelvan realidad, aparecen unos señores a los que aparentemente les sobra la buenaventura y comienzan a contarnos el cuento de los pueblos mansitos; que se duermen acurrucados y apretaditos en la oscuridad.

Hoy, por creer que de dos malos podía sacar uno bueno, (y vaya a saber si en esto no tienen algo que ver Mister Bush y Mister Obama), he cometido el pecado de la ingenuidad, pero ( como dicen que dicen los abuelos sabios) enseguidita me di cuenta para donde me estaba llevando aquel diablo conservador, y sin mas demora, le pegue una ojeada al periódico de “La Trompetita”, escuche (hasta lo que aguante) la “Décima Radio”, y me tire unas horas a ver “TODO NUNCA”: ese peculiar canal “noticioso” de la televisión; ya que en cada oportunidad en la que siento que el amor que le tengo a los ninguneados por estos miedos (perdón, medios) no me alcanza, entonces aprovecho el odio que estos manipuladores de información nos tienen a los que poco o nada tenemos, y con la verdad del pueblo al que pertenezco de mi lado, a ese odio lo transformo en, lo que según el Comandante Guevara es la cualidad mas grande de todo revolucionario, amor.

Mi verdad viene de donde yo vengo, y al igual que nosotros esta harta de ser pisoteada.

De tanto gritar de hambre y de dolor, ella, vos, yo y todas y todos los que somos en la oscuridad por fin nos dimos cuenta que tenemos una voz, y que por mas que no les guste a los señores que nos hablan de la crisis mientras disfrutan en una piscina del calor del sol, nuestra voz y nuestra verdad tienen que ser escuchadas.

Quizá por eso escribí esto: para que se lo leas en el volumen mas alto que puedas a las hermanas y a los hermanos que aun no han sido alfabetizados, y para que juntos y en la lengua que sea nos escuchemos decir: los importantes no son los que porque nos odien vengan a atacarnos ni los que por falta de coraje se vayan; los importantes son los que nos aman y a los que nosotros amamos.

Importantes somos los que nos quedemos a luchar.

Sebastián Giannetti.

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