22.6.09

el nuevo viejo menemismo privatizador...


AMIGO DE COMISARIOS
En setiembre de 1991 Mauricio Macri tenía 31 años y ya era el heredero de Sociedades Macri (Socma), donde revistaba como vicepresidente. Arriba suyo sólo estaba su padre, Franco. Ambos suelen ser aludidos por Horacio Verbitsky como "empresarios de negocios dudosos", para no usar palabras más fuertes. Compartimos esa caracterización aún cuando peque de prudente.
En ese tiempo el país era una fiesta menemista total y los Macri, padre e hijo, estaban en el centro de evento. Socma llegó a controlar más de 60 empresas, comenzando por Sideco (construcción), Sevel (automotriz), Manliba (limpieza), IECSA (electro ingeniería), Itron (informática) y otras que llegaron más tarde. Entre éstas, Ecogas, Canale, Coragri y Estancias del Sur (alimentación), Autopistas del Sol-Servicios Viales, Pago Fácil y firmas en Brasil. Una de las últimas, en 1997, fue Correo Argentino, en una privatización donde el grupo fue premiado por el riojano de Anillaco.
En ese momento, setiembre de 1991, MM fue secuestrado por una banda de comisarios que cobraron rescate. Pese a haber pasado por tan dura experiencia, el secuestrado no cejó en su amor por la Policía Federal.
Frente a los incidentes del viernes en la Legislatura, aquél reiteró que hay que defender a la institución, "que es nuestra policía". Su sentimiento es muy acendrado y no le importó que el comisario Jorge "Fino" Palacios, ya hubiera sido pasado a retiro por Néstor Kirchner y Gustavo Beliz. Palacios era el pistín de Macri en la Federal, donde comandaba la Unidad Especial Antiterrorista (ex Depoc). Fue echado tras detectarse conversaciones telefónicas suyas con ladrones de autos y secuestradores.
Desde su más tierna infancia, el ingeniero Macri fue instruido en que en el juego de policías y ladrones él debía ir en el patrullero. Ya más grandecito supo que si era de alguna de las marcas de Sevel, mejor.
NEGOCIOS DUDOSOS
La propaganda macrista busca envolver a su jefe con la transparencia, además de hombre de negocios exitoso. Esto último nadie lo va a negar. Pero muchos dudamos sobre la imagen de transparencia.
Es importante aclarar que no se trata de imputar a un hijo por las trastadas de su progenitor. Como quedó dicho, Macri hijo revistó hasta 2003 como vicepresidente de Socma, cuando presentó una renuncia formal para despegarse de la mala imagen del grupo en la Capital y disputar en mejores condiciones la jefatura de gobierno.
El niño Mauricio sigue viviendo de sus ingresos pagados por el emblema de la "Patria Contratista". La otra explicación sería que su costoso tren de vida en la concheta Villa Parque junto a Isabel Menditeguy y sus hijos, sea financiado por Boca. La descartamos: sus enemigos jurados en el club, como Carlos Heller o Roberto Digón, lo hubieran destruido.
Hace muchos años que denuncias gravísimas contra los manejos de Socma dieron de lleno en el heredero de ese trono.
Una. La DGI a cargo de Carlos Tacchi denunció en 1993 a Sevel por 360 millones de dólares imputándole mala liquidación del IVA. Mauricio Macri era director de Socma y le tocó negociar con Domingo Cavallo cómo eludir esa denuncia impositiva. "Estos problemas no van a tener solución hasta que se vaya el loco de Tacchi", manifestó a la salida de esa reunión (Daniel Santoro, "Los Intocables", pág. 137).
Dos. Manliba había ganado la lucrativa recolección de basura en la Capital durante 1979, en plena dictadura. El contrato fue renegociado durante la intendencia de Carlos Grosso, ex gerente general de Socma. La prórroga fue votada en una escandalosa sesión del Concejo Deliberante que culminó a las 6 de la mañana. Todo indica que se pagaron coimas para levantar algunas manos remisas. MM estuvo en la negociación para convencer a los renuentes y a él fueron a agradecerle algunos concejales del Partido Demócrata. Uno de ellos, Federico Pinedo, es desde el año pasado diputado por el macrismo. Según Norberto Laporta, ex concejal socialista, "la versión fue que cada uno de los concejales que asistieron al recinto recibió 50 mil dólares por hacerlo. Se hablaba de un total de coima de 3 millones de dólares. No es mucho si usted piensa que de aprobarse el proyecto la municipalidad debe indemnizar a Manliba con 50 millones de dólares" (Luis Majul, "Los dueños de la Argentina", pág. 131).
Sería interesante que la clase media pauperizada, que ha puesto en su mira a los cartoneros y vendedores ambulantes por los recientes incidentes en la Legislatura, hagan un poquito de memoria. Así verán quién fue el vándalo que destruyó esa institución sin romperle ni un vidrio.
UNA CLOACA
Entre los contratos que se frustraron por el mal olor que despedían, lo caro de las tarifas para los usuarios y la mala traza de los personajes involucrados, sobresalieron las cloacas que Sideco pensó realizar en Morón durante la gestión de Juan Carlos Rousselot. Este ex lopezrreguista y menemista de la primera hora, era uno de los pilares del negocio pagadero a precio dólar por los vecinos. El segundo lobbista era Mario Caserta, incondicional de Anillaco que terminó preso por narcotráfico. El tercero, el niño Mauricio, titular de Sideco, la rama de Socma dedicada a la construcción. El único de esa banda que se salvó de ir preso fue MM.
Del rey Midas se dice que convertía en oro todo lo que tocaba. Macri hijo es una especie de Midas al revés: todo lo que roza se vuelve turbio. Incluso un club popular de fútbol como el xeneize fue perjudicado por este ícono de neoliberalismo gran succionador de la ubre del Estado. "Juego limpio, negocios turbios", tituló el 12 de julio último el suplemento de deportes de Página/12. "El Boca de Brindisi comienza hoy a trabajar, pero el Boca de Macri lleva ya tiempo involucrado en cuestiones no siempre transparentes vinculadas con el dinero, los pases, los jugadores y los intermediarios", decía la portada de Líbero.
Otro foco de mal olor fueron los buzones del Correo Argentino, que empezó a ser administrado por Macri padre en 1997 y llevado a concurso de acreedores en 2002 pese a no haber desembolsado el cánon al Estado. Se dirá que ese fue un negocio paterno. Pero además de recordar que hasta 2003 el hijo revistaba en el holding como vice, hay datos de que éste intervino ante los gobiernos a favor de la concesionaria postal.
La mayor cloaca de Macri es su obra política, Compromiso para el Cambio, agrupación que ideó la reforma contravencional violatoria de los derechos humanos. Para el CELS, la iniciativa macrista "plasma en la práctica una política de corte manifiestamente represiva que vulnera principios y garantías fundamentales reconocidos en la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires, en la Constitución Nacional y en los tratados internacionales de derechos humanos".
Veamos algunos de los dirigentes de CPC:
-Hasta junio de 2002, MM mantenía la intención de candidatearse a la presidencial. "El capitán de sus equipos es Alfonso Prat Gay, de 36 años, que fue estratega del JP Morgan en Londres" (Silvia Naishtat, Clarín, 9/6/2002). El joven banquero se bajó pero en ese equipo siguió Francisco de Narváez (ex dueño de Casa Tía y aspirante al control de la cadena Disco), acompañante de Menem en su campaña de abril de 2003 como seguro ministro en un tercer mandato. También lo hizo Horacio Rodríguez Larreta, de la fundación Sophía, auspiciada por grandes empresas y "La Nación" (Ambito Financiero, 8/7/2003).
-Sus operadores en Diputados de la Nación son Jorge Vanossi y Federico Pinedo. El primero, ministro de Justicia de Fernando de la Rúa y Eduardo Duhalde, promovió causas contra los piqueteros cuando la Bonaerense ya había asesinado a Santillán y Kosteki. Pinedo fue mencionado como uno de los concejales de la derecha que en 1990 votaron la prórroga para Manliba.
-Su referente en la Legislatura es Santiago de Estrada, del riñón de la ultraderecha católica, ex funcionario de la dictadura y secretario de seguridad social del menemismo.
Macri perdió claramente el ballottage del 14 de setiembre de 2003 en la ciudad autónoma y sin embargo detenta la mayoría en su cámara. La derrota ante Aníbal Ibarra se produjo pese a que MM recibió el apoyo de todos los dirigentes del PJ menos Néstor Kirchner. Duhalde, Felipe Solá y el alicaído Menem ordenaron votar por él.
Macri no es tonto en política. Si hasta el momento se ha negado a frentes antiperonistas con Ricardo López Murphy o Jorge Sobich es porque aspira a canalizar tanto a la derecha neoliberal como al PJ tradicional. Esa amalgama de Punta del Este y La Boca, de establisment y "la Doce", de neoliberalismo y "doña Rosa", etc, la aprendió de Menem, a cuyo gobierno aplaudió como si fueran los goles de Martín Palermo.
[LA FOGATA DIGITAL]

Una trayectoria cercana al Estado, Mauricio no para de hablar de transparencia y eficiencia. Como empresario, él y su padre obtuvieron condonaciones de deuda, contratos cuestionadísimos, privatizaciones y pesificaciones. Estatización de sus deudas en la dictadura, cuestionadísimos contratos durante el alfonsinismo, privatizaciones escandalosas durante el menemismo y pesificación con el duhaldismo.

Ejemplo típico de la gran empresa local, el Grupo Macri aprovechó cada vaivén político y económico de los últimos 20 años para expandir sus negocios. Por eso, en momentos en que Mauricio Macri pelea la jefatura de gobierno con un discurso de transparencia y eficiencia, conviene repasar la trayectoria económica del holding, del cual el presidente de Boca fue hasta hace poco su figura estelar.

La historia del Grupo está resumida en dos informes. El primero fue elaborado por Claudio Lozano, economista, titular del Centro de Estudios de la CTA .

El segundo fue elaborado por Jorge Argüello, un técnico que no tiene ninguna relación con el homónimo ex titular del Consejo Deliberante.

La Patria Financiera

La nacionalización de la deuda de los privados a través de los sistemas de seguros de cambio implementados durante la dictadura fue uno los primeros beneficios de las empresas vinculadas con Macri.

Según el informe de Argüello, "la deuda de Fiat, de 170 millones de pesos, terminó transformándose en bonos del Estado, lo que le permitió a Macri pagar su deuda a un valor que en términos reales equivalió a menos de un 10 por ciento del original".

Lozano sostiene que "importantes empresas controladas y/o vinculadas al Grupo (Sideco Americana, Pluspetrol, Socma, Dragados y Obras Portuarias, R.S.Z. y A. Producciones, Iecsa y Manliba) acumulaban un endeudamiento con el exterior cercano a los 180 millones de dólares, que fue transferido a la sociedad a través de los seguros de cambio".

La Patria Contratista

Aunque Manliba comenzó a recolectar la basura porteña en 1979, las principales denuncias sobre irregularidades en los contratos aparecieron en 1989, con la llegada a la Municipalidad de Carlos Grosso, ex empleado de Macri.

El estudio de Argüello sostiene que, apenas llegó al poder, "el intendente consiguió que se prorrogara el contrato a pesar de los incumplimientos de la empresa en la renovación de la flota de camiones, al cambio del barrido mecánico por el barrido manual con el consecuente y desmesurado incremento de la factura, o lo más oneroso del servicio comparado con el prestado por la empresa Cliba".

Pero la recolección de la basura no fue el único servicio prestado por los Macri a la Municipalidad. Itron, de la que participaba el Grupo, logró alzarse con la contratación de la facturación de ABL y del impuesto automotor. "El contrato era de 10 millones de pesos anuales", señala el informe de Argüello, que cita una serie de objeciones formuladas por la Auditoría de la Ciudad, entre las que se destaca "un bajo nivel de exigencia técnica, operativa y jurídica para los concesionarios, situación que no fue corregida en las sucesivas negociaciones y prórrogas pactadas".

Por su parte, Lozano recuerda que los contratos de Rentas fueron rescindidos por el actual Gobierno de la Ciudad. "Los resultados son elocuentes: el Estado de la Ciudad de Buenos Aires gasta 30 millones de pesos menos", señala.

La Patria Protegida

El crecimiento de Sevel, la automotriz de los Macri, está directamente asociado a los mecanismos de protección. "Si bien favoreció a las terminales, destruyó la integración del sector afectando a los autopartistas y promovió un fuerte déficit en intercambio comercial con el exterior que indujo mayores niveles de endeudamiento", sostiene el informe de Lozano.

A esto hay que agregar el procesamiento por contrabando dispuesto en 1993 contra Mauricio Macri, en ese entonces presidente de Sevel. Según la DGI, la empresa evadió unos 55 millones de pesos: la denuncia acusa a Sevel de enviar autopartes a Uruguay bajo el régimen de exportaciones definitivas, con las cuales habrían armado coches que después habrían sido importados a la Argentina, cobrando los reintegros correspondientes.

En aquel entonces, la Corte Suprema ordenó el sobreseimiento de Mauricio Macri y del resto de los directivos de la empresa. Justamente, el fallo es uno de los casos que podría utilizar la Comisión de Juicio Político para desplazar a Julio Nazareno.

La Patria Privatista

Con la llegada del menemismo al poder, el Grupo Macri amplió sus negocios a través de algunas de las privatizaciones más escandalosas. En 1990, Servicios Viales S.A. se adjudicó la concesión de los peajes de 1.080,51 kilómetros de rutas nacionales.

Argüello cita un informe de la Auditoría General de la Nación del 28 de diciembre de 2001 sobre la empresa. "La evolución de las tarifas de peaje durante los 10 años de convertibilidad demuestra que la administración otorgó un aumento del 31,01 por ciento promedio", sostiene el informe.

Además, los dos estudios incluyen una denuncia de la Oficina Anticorrupción contra Fernando De la Rúa y varios de sus ministros por fraude a la administración pública, malversación de caudales públicos y negociaciones incompatibles con la función pública, a raíz de dos decretos que favorecieron a los concesionarios de las principales rutas nacionales.

Entre los denunciados figura el subsecretario de Obras Públicas, Edgardo Gastón Plá, quien elaboró el acuerdo impugnado. Un mes y medio antes de ser designado, Plá se desempeñaba en la empresa Civilia Engenheria de Brasil, y antes en Sideco Americana de Chile, dos firmas que forman parte del conglomerado empresario de los Macri.

"El Grupo contó con personas allegadas a sus intereses en la Secretaría de Obras Públicas en los momentos estratégicos del desarrollo de estos contratos, tanto al redactarse los pliegos como al acercarse el fin de la concesión", sostiene el informe de Lozano, citando la denuncia de la OA.

Pero el contrato más escandaloso es el del Correo, que podría convertirse en la primera privatizaciónrevisada por el gobierno de Néstor Kirchner. Los informes recuerdan un dictamen de la Auditoría General de la Nación del 5 de septiembre de 2002 que indica que "Correo Argentino S.A. adeudaba a esa fecha el pago del canon correspondiente a 4 semestres e incumple con las inversiones y las obligaciones previsionales y sociales, redondeando una deuda de unos 207 millones de pesos".

El estudio de Lozano detalla otras irregularidades, entre las que se destaca "la reducción del plantel de trabajadores en más de 10.000 personas con la particularidad que el costo de tales retiros (casi 100 millones de pesos) fue considerado como una inversión de la empresa".

La Patria Licuadora

La pesificación de las deudas de las grandes empresas privadas, la mayoría de las cuales ya habían trasladado sus activos financieros al exterior, fue una de las primeras medidas de Eduardo Duhalde. El estudio de Lozano señala que algunas empresas del Grupo Macri (Correo Argentino, Sideco y Socma) resultaron favorecidas por el proceso.

"La transferencia de ingresos desde el conjunto de la sociedad argentina hacia estas tres compañías que integran el grupo fue del orden de los 200 millones de dólares", señala el informe.

En conclusión

Los estudios revelan cómo el conglomerado de empresas de los Macri se fue amoldando con astucia a cada etapa política y económica de la Argentina. Aunque el jefe económico siempre fue Franco, su hijo Mauricio ocupó cargos de relevancia en las diferentes firmas y fue ganando un lugar cada vez más protagónico.



"No hay que marearse con los discursos de eficiencia, porque la trayectoria del Grupo demuestra que no hubo ni innovación ni riesgo.

(fuente: diario libre)

2.6.09

Saludos a Vandor !


No acuerdo con ejecuciones, de cualquier tipo que sean: la muerte de Rucci también me parece un episodio lamentable. Pero me sorprende cómo lo están transformando en un referente de no se sabe qué. Martín Caparrós.

Por M. Caparrós

29.05.2009

Estoy rotundamente en contra de la pena de muerte: creo que está mal, creo que no sirve para nada de lo que dice servir, creo que es tan humana que es de esas cosas que llamamos inhumanas. No acuerdo con ejecuciones, de cualquier tipo que sean: la muerte de Rucci también me parece un episodio lamentable. Pero me sorprende cómo están transformando a José Ignacio Rucci en un referente de no se sabe qué. Primero fue el libro de Reato, con esas revelaciones que cualquiera podría haber leído, diez o doce años antes, en otros libros –o saber, sin leer nada. Después toda una sucesión de discursos, homenajes, reinvindicaciones del mártir sindical por parte de los gremios oficiales, políticos varios, la señora presidenta. Y, ahora, la aparición de una eventual candidata a diputada, su hija, cuyo mérito mayor es ser su hija y que enarbola, al menor descuido, la imagen de su padre.

José Ignacio Rucci estaba casi olvidado hasta que el retorno K de los setentas lo recuperó. Durante años todo lo que se dijo sobre esos años tenía que ver con la condena de los crímenes del Estado y el recuerdo de sus muertos. Hasta el kirchnerismo, la transformación de los militantes revolucionarios de los setentas en desaparecidos les había dado la inmunidad que tienen las víctimas. Ya no se discutía qué habían querido hacer sino qué les habían hecho: no eran sujetos políticos sino objetos de la barbarie de los militares –y, por lo tanto, nadie tenía derecho a cuestionarlos. El kirchnerismo recuperó, en el discurso, ecos débiles de algunas de sus consignas –pueblo por movilización popular, redistribución de la riqueza por socialismo– y, aunque sólo las usa como slogans baratos, las vuelve a convertir en lo que eran: política, formas de ver y hacer el mundo. Entonces aquellas víctimas intocables se vuelven tocables –se vuelven agentes políticos de nuevo– y se arma la discusión sobre ellos en los términos de cualquier discusión política. Por eso pudo aparecer sobre el tapete otra víctima –que también tiene la legitimidad de la muerte– pero opuesta: el líder sindical del peronismo ortodoxo, que todos habían tratado de olvidar por incómodo, vuelve al tablero. Contra el supuesto montonerismo kirchnerista cierto peronismo recuperó la figura de su mártir, el jefe de la CGT setentista, para oponérsela.

Para eso, por supuesto, tuvieron que modificarlo. El Rucci histórico no sirve para mucho en este momento, y hay que inventarse uno: el demócrata, el pacífico, el honesto, el dirigente probo. En la realidad, José Ignacio Rucci fue uno de los tres grandes representantes –junto con Augusto Vandor y Lorenzo Miguel– de aquello que solían llamar “burocracia sindical”: una forma de conducir a los obreros basada en la colaboración constante con el poder y la intimidación constante a sus propias bases, en los buenos negocios y los grupos de choque.

Así que me puse a buscar en La voluntad, un libro sobre la época, material sobre Rucci y encontré, para empezar, una cita que me atrajo por la profusión de nombres que todavía duran. Era marzo de 1971 y Córdoba estaba a punto de estallar otra vez por protestas sindicales; gobernaba el país el general Levingston pero pronto lo derrocaría su comandante en jefe, el general Lanusse:

“El lunes 8 el ministro de Economía del gobierno, Aldo Ferrer, amenazó con renunciar: su jefe había anunciado el día anterior que el máximo aumento salarial que podría surgir de las negociaciones colectivas sería del 19 por ciento. Ferrer se había comprometido con el secretario general de la CGT, José Ignacio Rucci, a conseguirle un 23 por ciento; al día siguiente, Rucci le explicó al secretario de Lanusse, el coronel Cornicelli, que si los líderes sindicales, ‘los mejores aliados que tienen el gobierno y las Fuerzas Armadas’, no podían satisfacer las expectativas de sus bases, corrían el riesgo de que los reemplazaran figuras más radicales y, dijo, ellos y los jefes militares ‘podían terminar frente al mismo paredón de fusilamiento’. Lanusse, preocupado, ordenó a su secretario que se reuniera con el asesor legal de la CGT, Antonio Cafiero, para ver qué solución podían encontrar.”

Los líderes sindicales como Rucci se definían, en plena dictadura militar, como “los mejores aliados que tienen el gobierno y las Fuerzas Armadas” –y siempre lo fueron. Discutían con un señor que entonces trabajaba para los militares y ahora para este gobierno, Aldo Ferrer, y los asesoraba el incombustible don Antonio. Aquellos líderes sindicales no sólo compartían con los militares ciertos objetivos –mantener a raya a las “figuras más radicales”– sino también ciertos métodos.

La burocracia sindical siempre tuvo matones a sueldo: quién mató a Rosendo fue el primer gran relato de esa historia. En 1973 Rucci y Miguel habían organizado un grupo de choque que se llamaba Juventud Sindical Peronista, que produjo –el 9 de junio de 1973– el primer muerto de aquella democracia cuando sus patotas fueron a romper un acto en la plaza Las Heras que recordaba la insurrección del general Valle. Pero eso fue poco al lado de lo que pasó diez días después: el 20 de junio, José Ignacio Rucci fue uno de los cinco responsables de la recepción de Perón en Ezeiza, que terminó con docenas de personas muertas por los organizadores. El jefe de su custodia, el “Negro” Corea, dirigió aquella tarde a los matones que torturaron con picanas eléctricas a varios de sus prisioneros JP en el hotel Internacional del aeropuerto. Dije: torturaron con picanas eléctricas.

Y así de seguido. Unos días más tarde, Rucci movilizó su sindicato para voltear el gobierno –democráticamente elegido– de Héctor Cámpora. Y, en otra clara muestra de su tolerancia, unas semanas más tarde algunos de sus muchachos trataron de quemar Clarín. La historia empezó cuando el ERP-22 de agosto secuestró al apoderado general del diario, Bernardo Sofovich, y lo liberó a cambio de que publicara tres solicitadas en su edición del 10 de septiembre. Ese mismo lunes a la tarde, mientras Sofovich daba una conferencia de prensa en el tercer piso del diario, unos cuarenta hombres, todos con distintivos celeste y blanco y una V en la escarapela, entraron por la calle Piedras y coparon el edificio: lo ametrallaron, destruyeron parte de las instalaciones con granadas, robaron plata de las cajas y trataron de quemar las rotativas. “Vamos a terminar con este reducto de zurdos”, les gritaban a los periodistas y empleados del diario. Una decena de personas recibieron heridas de bala o quemaduras. En su retirada, los asaltantes se tirotearon con unos patrulleros que llegaban. Uno de los atacantes, Lisandro Borjas, quedó herido en las piernas. Mientras la policía se lo llevaba al hospital Rawson, les pidió a los vecinos:

–Avísenles a Rucci, Lorenzo o Rogelio que estoy vivo...

Poco después los montoneros mataron a Rucci, y es injustificable, y dos días después los de Rucci se vengaron matando al montonero Enrique Grynberg, y también. Pero si haber sido muertos por el Estado no hace mejores o peores a los militantes revolucionarios, haber sido muerto por esos militantes no hace mejor o peor a un sindicalista patronal. Ser víctima de un homicidio no cambia nada más que eso: la forma de la muerte. Pero una muerte inesperada, injusta, bien manejada puede hacer maravillas con cualquier biografía. Antonio Cafiero –todavía– dijo el año pasado que Rucci es “un genuino mártir del movimiento sindical argentino” y que “su ejemplo sigue siendo la antorcha que ilumina el camino argentino”.

Es probable que tenga razón. Este Rucci que se inventaron ahora permite que Aníbal Fernández corra a la hija con el fantasma del padre y le diga que “si él la viera con Macri y De Narváez se arrancaría los pelos”. El Rucci histórico, en cambio, el que acordaba con los patrones y se ofrecía a los militares para frenar a los “bichos colorados” y comandaba patotas, explica y justifica que su hija quiera ser candidata de un peronismo hecho a fuerza de empresarios conservadores y millones de dólares,
su mejor sucesión.